Conversaciones vanas
"No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres" (1 Corintios 15:33)
Como hemos visto anteriormente, si algo no viene de Dios, no es bueno. Nuestro deber es cuidarnos de ser partícipes de conversaciones en las que Dios no entraría. Dios no hablaría de nada que dejara su nombre por el suelo, que llevara a la desobediencia de su Palabra o que degradase a cualquier otra persona. Dios no entraría en chismes ni en conversaciones de corrupción. El Dios al que servimos es Santo, así como todos sus caminos.
Una de las razones por las que debemos cuidarnos de las conversaciones de las que nos hacemos partícipes es porque muchas veces tendemos a representar en nuestra cabeza lo que decimos y escuchamos. Por ejemplo, si una persona está hablando del mejor sandwich del mundo, lo más normal, es que intente hacer una representación de ese sandwich al menos en mi cabeza, crear una imagen.
"Las imágenes mostraron que durante la lectura silenciosa de los verbos de acción se activaban, además de
áreas del lenguaje, otras áreas corticales relacionadas con el movimiento de las partes del cuerpo asociadas a
esos verbos. Es decir, durante la comprensión de los verbos se activaban representaciones de acciones
específicas" (Pulvermüller, 2005).
Este experimento consistía en comprobar la actividad del cerebro de acuerdo a la percepción de algún verbo de acción, ya fuese a través de la escucha o la lectura silenciosa de esta palabra. Esto sirvió para comprobar que el cerebro hace representaciones de lo que percibimos. Si estamos hablando de algún tema que desagrade a Dios, las imágenes que nuestro cerebro vaya creando a través de ésta permanecerán en nuestra mente, y conseguir sacarlas o esquivarla es un trabajo aún mayor y más complicado.
¿Qué dice Dios acerca de las conversaciones?
- La Biblia dice que de los deseos del corazón,habla la boca (Mateo 12:34), y en nuestro corazón abundarán las cosas que permitamos que entren y atesoremos allí. Los malos deseos pueden abundar también allí, y la Palabra dice: "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;" (Colosenses 3:5)
- Podemos hablar de lo que sea, pero eso no implica que sea lo que nos conviene. En 1 Corintios 10:23 dice: "Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica".
- Las conversaciones pueden servir de invitación para practicar el pecado (Proverbios 1:11-14, "Si dijeren: Ven con nosotros; Pongamos asechanzas para derramar sangre, Acechemos in motivo al inocente; Los tragaremos vivos como el Seol, Y enteros, como los que caen en un abismo; Hallaremos riquezas de toda clase, Llenaremos nuestras casas de despojos; Echa tu suerte entre nosotros; Tengamos todos una bolsa."
- Las personas necias (carentes de sabiduría), hablarán necedades conforme a su corazón. Si nosotros andando con ellos hablamos también necedad, nosotros mismos también nos hacemos necios como dice en Proverbios 13:20 "El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con necios será quebrantado".
- La Biblia también dice que cesemos de escuchar aquello que nos haga divagar de las razones de sabiduría (el temor de Jehová). (Proverbios 19:27, "Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas Que te hacen divagar de las razones de sabiduría).
- En la Palabra de Dios también hay referencia directa a las palabras de los necios: Eclesiastés 10:12-13, "Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios de los necios causan su propia ruina. El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío".
- Muchas veces las conversaciones tienen también como fin hallar consejo, pero el problema es que cabe la posibilidad de buscarlo en el sitio equivocado, y la Biblia también refleja este punto en Isaías 30:1-2: "¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado! Que se apartan para descender a Egipto, y no han preguntado de mi boca; para fortalecerse con la fuerza de Faraón, y poner su esperanza en la sombra de Egipto".
Conclusión
Debemos cuidar tanto lo que decimos como lo que escuchamos, porque esas serán las mismas que entrarán en nuestro corazón si lo permitimos, y por tanto, las que abundarán en él. Así como Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción del rey, está en nosotros el proponer en nuestro corazón no promover su contaminación y la de nuestra mente través de lo que escuchamos.
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