martes, 12 de julio de 2016

"El principio de la sabiduría es el temor de Jehová, 
Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza"
Proverbios 1:8

Sin el temor de Dios, la sabiduría nos es inalcanzable. Sin el temor de Dios seremos sabios en nuestra propia opinión, y  ya que este no es el objetivo que más nos conviene, deja de ser el objetivo que Dios quiere para nuestras vidas. Como dice en Proverbios 3:7, "no seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal". Siendo sabios en nuestra propia opinión nos estamos alejando de Dios, porque incluso en ocasiones nos veremos prestos a evaluar la situación en la que nos vemos involucrados, y consigo, las alternativas que se nos presentan. Puede que en ese momento el Señor nos esté pidiendo que hagamos algo en específico, pero si no es lo que a nuestro parecer sería "lo más adecuado", dejaremos de hacerlo, apartándonos un paso más del propósito de Dios y, lo que es peor aún, desobedeciendo su voz. 
Nuestra vida debe girar en torno al temor de Dios, y el temor de Dios refiere al respeto que debemos tener hacia Dios. El temor de Dios se tiene cuando nuestro andar es filtrado por su palabra; cuando no queremos hacer nada que vaya contra sus estatutos; cuando somos humildes ante su presencia, reconociendo que no somos perfectos, pero también sabiendo que somos obra suya, la cual irá perfeccionando cada día hasta el día de Jesucristo. El temor de Dios se hace patente en nuestras vidas cuando dejamos que sea Él quien tome el control y cuando nosotros mismos nos ocupamos de las cosas del Espíritu: de crecer en el conocimiento de su Palabra, de madurar, de marcar la diferencia (no solo hacia fuera, sino andando también íntegramente en sus caminos).




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