En esta ocasión, nos encontramos en el capítulo 12 del libro de Eclesiastés. Lo trabajaremos siguiendo las estructuras anteriores de resumen, versos a destacar, aplicación y una breve oración para poner en práctica lo aprendido con este fragmento de la Biblia.
RESUMEN
Este capítulo continúa con consejos para la juventud (tal y como terminaba el capítulo 11). Exhorta a que tengamos a Dios presente y en primer lugar en nuestras vidas (incluida nuestra juventud), y en todo lo que emprendamos.
VERSOS A DESTACAR
de tu juventud, antes de que vengan los
días malos, y lleguen los años de los cuales digas:
No tengo en ellos contentamiento." (v.1)
Si tenemos la oportunidad de conocer a Dios cuando aún somos "fuertes", cuando estamos en los días robustos de nuestra vida, ésta será mucho más bendecida. Es un poco egoísta el comentario de "ya tendré tiempo para Dios cuando sea viejo". Si de verdad tememos a Dios y queremos honrarle, sabremos que merece lo mejor; y, por supuesto, querremos dárselo. El tiempo jamás se recupera, pero un tiempo bien invertido cambia radicalmente el curso de nuestras vidas. Podemos darle a Dios nuestro día a día porque lo merece. Merece de nosotros, al menos, nuestro tiempo y nuestra obediencia, de donde se derivan el resto de aspectos.
"El fin de todo discurso oído es este:
Teme a Dios, y guarda sus mandamientos;
porque esto es el todo del hombre." (v. 13)
El Predicador termina prácticamente el capítulo (y el libro), instándonos a perseverar en el temor a Dios (que identificamos con la sabiduría), y guardando en obediencia los estatutos de su Palabra. Es esto lo que el hombre debe realmente perseguir hasta su muerte.
OBEDIENCIA // APLICACIÓN
- Aunque seamos jóvenes, no debemos olvidar poner a Dios delante de nosotros.
- Es necesario que el temor de Dios esté de continuo en nuestro corazón.
- Mostremos con nuestros hechos la Palabra de Dios que guardamos en nuestros corazones.
ORACIÓN
Señor, en este día te pedimos que nos fortalezcas en nuestro propósito de entregarte cada uno de nuestros días. Que podamos hacer de cada día un tiempo de provecho y siembra para recoger los preciosos frutos de tu Espíritu. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.